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De la imaginación a la materia: el puente invisible entre la Asunción y la Creación

De la imaginación a la materia: el puente invisible entre la Asunción y la Creación


Si hoy cierras los ojos e imaginas con detalle la vida que sueñas —ese viaje que deseas hacer, esa relación que tanto anhelas, esa libertad económica que cambiaría todo—, tu mente comienza a vivirlo como una experiencia real. Puede que no lo notes al instante, pero tu cerebro no distingue entre lo que ves con los ojos abiertos y lo que proyectas con los ojos cerrados. Y ahí es donde nace la magia: en ese instante, ya estás construyendo el puente invisible entre la Asunción y la Creación.

La Ley de Asunción, enseñada por grandes maestros de la conciencia, nos dice que aquello que asumimos como cierto en nuestra mente termina manifestándose en nuestra vida. No se trata de un simple deseo ni de una afirmación repetida sin emoción, sino de dar por hecho internamente lo que aún no tiene forma externa. En otras palabras, lo invisible se empieza a vestir de materia cuando tu conciencia lo reclama como un hecho.

La imaginación cumple aquí un rol esencial: es la semilla. Cada vez que te permites visualizar con claridad lo que deseas, estás sembrando en el campo cuántico un plano arquitectónico de tu futuro. Pero esa semilla necesita tierra fértil, y esa tierra es la asunción. Cuando caminas, hablas y decides como si esa realidad ya existiera, la semilla empieza a germinar. Y con el tiempo, lo que parecía un simple pensamiento se convierte en un resultado tangible.

La ciencia nos respalda en esto. Numerosos estudios demuestran que al imaginar una acción, el cerebro activa las mismas áreas que cuando realmente la ejecutas. Es decir, si visualizas que ya tienes éxito en un proyecto, tu cuerpo empieza a liberar las mismas emociones y químicos que liberaría en esa situación real. Y cuando pensamiento, emoción y cuerpo entran en coherencia, se activa un nuevo campo de energía que inevitablemente atrae experiencias alineadas.

El puente invisible entre lo imaginado y lo creado tiene tres pilares fundamentales:


  1. Claridad: cuanto más específico eres con lo que imaginas, más precisa es la instrucción que envías al campo. No basta con desear “ser feliz”; visualiza cómo, dónde, con quién, en qué escenario.

  2. Emoción: la emoción es el combustible. No sirve de nada imaginar una vida abundante si por dentro te sientes carente. Hay que vibrar ahora lo que quieres vivir después.

  3. Asunción: aquí está la clave. No esperes señales externas para creer; cree primero y las señales vendrán. Vive tu día como si ya fueras la persona que deseas ser.

El error más común es quedarse atrapado en el deseo. El “algún día” es el peor enemigo de la manifestación. Cuando dices “algún día lo tendré”, el universo entiende que aún no es tiempo. Pero cuando dices internamente “esto ya es mío”, tu energía cambia. Caminas distinto, hablas distinto, eliges distinto. Y esas pequeñas decisiones son las que abren paso a coincidencias, encuentros y oportunidades que antes parecían imposibles.

Así es como la imaginación deja de ser un juego infantil para convertirse en la herramienta más poderosa de creación. No es un escape de la realidad; es el plano de construcción de tu futuro. Cada imagen que sostienes con emoción es un ladrillo en el puente que conecta tu presente con tu nueva vida.

Entonces, la pregunta no es si el puente existe. El puente siempre está ahí, esperando a que lo cruces. La verdadera pregunta es: ¿qué imágenes estás sembrando y qué realidades estás asumiendo hoy? Porque quieras o no, eso será lo que florezca en tu vida.

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